Un momento de la inauguración del centro budista de Pedreguer, oficiado por Sakya Trizin (tercero por la izquierda).
Sakya Trizin, segunda autoridad del budismo tras el Dalai Lama, inaugura el centro de esta religión más grande de Europa
LUCÍA RONDA/PEDREGUER
Banderas de Valencia, España, la India y el Tíbet ondeaban ayer en el cielo de Pedreguer. El centro budista Sakya Drogön Ling amaneció con sus mejores galas para recibir la ansiada visita del Lama Trizin, segunda autoridad de esta religión tras el Dalai Lama, y que llegado desde la India celebró la inauguración oficial.Centenares de personas entre fieles y curiosos aguardaron desde las 11 de la mañana la llegada del sostenedor del linaje Sakya. En los alrededores del edificio o apostados en las terrazas, todos pudieron contemplar el ritual que arrancó cuando Trizin bajó del coche. Este descenso se pudo intuir entre los vapores de incienso y hierbas aromáticas que se quemaban en la misma puerta de la parcela.Un pequeño palio (conocido en el budismo como umbrella) cobijó a Sakya Trizin en su recorrido de ascenso al Drogön Ling. Este tramo lo completó custodiado por otros monjes ataviados con la tradicional túnica bermeja y sandalias marrones, y arropado por un tropel de seguidores. Al son de las trompetas ceremoniales ,“Su Santidad” recibió la kata (mantilla blanca símbolo tibetano de bienvenida o respeto y que se usa para meditar) y se preparó para oficiar el primer ritual.A las puertas de la sala de meditación, Trizin hizo sonar campanas y lanzó arroz como ofrenda, mientras murmuraba oraciones tántricas para atraer a la buena suerte. El alcalde de Pedreguer, Vicent Costa, aguardaba en la misma entrada para poder cortar las cintas que, simbólicamente, abren las puertas del budismo a todos los vecinos de la Marina Alta.Reverencias de los fieles La fastuosa gompa (estancia amplia) tardó minutos en llenarse. Unos 300 fieles descalzos tomaban asiento en un suelo de parquet con el acomodo de coloridos cojines. Al mismo tiempo el lama Trizin cruzaba la sala entre reverencias de los creyentes y el respeto de todos los presentes. La tradición inundó el local en el recorrido del líder, que seguía acompañando sus actos con cánticos. Encendió velas frente a un retrato suyo y del Dalai Lama y recorrió la zona de ofrendas antes de subir las escalerillas del trono. Después, sus familiares tomaron asiento a la derecha del entronizado. El lateral izquierdo lo ocuparon las autoridades políticas.Una vez aposentado, el Lama Trizin recibió un extraño cojín con cofres dorados. “Este objeto es el mandala, símbolo del universo que los sakyas entregaron al que en ese momento representaba a buda”, explicó el portavoz local del grupo, Juan Vidal.El Lama Trizin aprovechó la “ocasión tan auspiciosa” que vivió ayer en Pedreguer para trasmitir un mensaje de paz y compasión. El líder budista abogó por potenciar la espiritualidad y los valores básicos de las personas “en unos tiempos en que el mundo cambia tan rápido”. El lama incidió en la necesidad de respetar a todas las religiones del mundo, puesto que “ninguna enseña cómo odiarnos unos a otros”. Además aseguró que todas las creencias “se complementan y pueden ayudarnos a superar los sufrimientos”.Sakya Trizin reseñó que el centro “más grande de Europa” está abierto no sólo a budistas sino a “todos” los interesados en conocer las enseñanzas.
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Sakya Trizin, segunda autoridad del budismo tras el Dalai Lama, inaugura el centro de esta religión más grande de Europa
LUCÍA RONDA/PEDREGUER
Banderas de Valencia, España, la India y el Tíbet ondeaban ayer en el cielo de Pedreguer. El centro budista Sakya Drogön Ling amaneció con sus mejores galas para recibir la ansiada visita del Lama Trizin, segunda autoridad de esta religión tras el Dalai Lama, y que llegado desde la India celebró la inauguración oficial.Centenares de personas entre fieles y curiosos aguardaron desde las 11 de la mañana la llegada del sostenedor del linaje Sakya. En los alrededores del edificio o apostados en las terrazas, todos pudieron contemplar el ritual que arrancó cuando Trizin bajó del coche. Este descenso se pudo intuir entre los vapores de incienso y hierbas aromáticas que se quemaban en la misma puerta de la parcela.Un pequeño palio (conocido en el budismo como umbrella) cobijó a Sakya Trizin en su recorrido de ascenso al Drogön Ling. Este tramo lo completó custodiado por otros monjes ataviados con la tradicional túnica bermeja y sandalias marrones, y arropado por un tropel de seguidores. Al son de las trompetas ceremoniales ,“Su Santidad” recibió la kata (mantilla blanca símbolo tibetano de bienvenida o respeto y que se usa para meditar) y se preparó para oficiar el primer ritual.A las puertas de la sala de meditación, Trizin hizo sonar campanas y lanzó arroz como ofrenda, mientras murmuraba oraciones tántricas para atraer a la buena suerte. El alcalde de Pedreguer, Vicent Costa, aguardaba en la misma entrada para poder cortar las cintas que, simbólicamente, abren las puertas del budismo a todos los vecinos de la Marina Alta.Reverencias de los fieles La fastuosa gompa (estancia amplia) tardó minutos en llenarse. Unos 300 fieles descalzos tomaban asiento en un suelo de parquet con el acomodo de coloridos cojines. Al mismo tiempo el lama Trizin cruzaba la sala entre reverencias de los creyentes y el respeto de todos los presentes. La tradición inundó el local en el recorrido del líder, que seguía acompañando sus actos con cánticos. Encendió velas frente a un retrato suyo y del Dalai Lama y recorrió la zona de ofrendas antes de subir las escalerillas del trono. Después, sus familiares tomaron asiento a la derecha del entronizado. El lateral izquierdo lo ocuparon las autoridades políticas.Una vez aposentado, el Lama Trizin recibió un extraño cojín con cofres dorados. “Este objeto es el mandala, símbolo del universo que los sakyas entregaron al que en ese momento representaba a buda”, explicó el portavoz local del grupo, Juan Vidal.El Lama Trizin aprovechó la “ocasión tan auspiciosa” que vivió ayer en Pedreguer para trasmitir un mensaje de paz y compasión. El líder budista abogó por potenciar la espiritualidad y los valores básicos de las personas “en unos tiempos en que el mundo cambia tan rápido”. El lama incidió en la necesidad de respetar a todas las religiones del mundo, puesto que “ninguna enseña cómo odiarnos unos a otros”. Además aseguró que todas las creencias “se complementan y pueden ayudarnos a superar los sufrimientos”.Sakya Trizin reseñó que el centro “más grande de Europa” está abierto no sólo a budistas sino a “todos” los interesados en conocer las enseñanzas.
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