1 . L a paciencia y el enfado
Vamos a presentar la paciencia bajo dos aspectos: la que ponemos en práctica en nuestra vida diaria, y la paciencia como una de las Seis Perfecciones. La palabra tibetana que sirve para designar la paciencia ( soe-pa) significa también tolerancia e indulgencia.
La paciencia de la que vamos a hablar es una mente estable que no se deja perturbar por los factores externos. Es una cualidad necesaria para cada momento de nuestra vida y todos necesitamos practicarla. Se trata de una materia desarrollada en muchos textos (como en el Lam-Rim) por lo que podemos asegurar que estamos ante un tema importante.
Hay tres tipos de paciencia:
• La paciencia para soportar todas las dificultades de la vida.
• La paciencia de la que brotan la confianza y la determinación para la práctica del dharma.
• La paciencia para sobrellevar el sufrimiento producido por aquellos que nos dañan.
El Lam Rim nos dice que una mente no puede experimentar dos estados de conciencia opuestos al mismo tiempo. Por lo tanto, mientras practicamos la paciencia, no podemos sentir enfado. Eso convierte a la paciencia en el mejor antídoto contra el enfado.
También, en los textos de Je Tsong Khapa, se describen las causas del enfado, las desventajas de no controlarlo y los beneficios derivados de la práctica de la paciencia, los méritos que se acumulan y los resultados que se experimentan en esta vida y en las futuras.
¿Cómo funciona el enfado?. Si llegamos hasta su raíz, descubriremos que tras el enfado, siempre se esconde una mente infeliz, insatisfecha y frustrada. Podemos utilizar nuestra propia experiencia para investigar.
Esta mente infeliz tiene su causa en:
• Uno mismo , una actitud personal que no nos gusta crea una mente infeliz de la que, después, surge el enfado.
• Por los amigos cuando cometen un error o hacen algo que nos desagrada.
• Lo más normal, por nuestros enemigos . Si nuestro enemigo es feliz, nos enfadamos.
• Puede deberse a un objeto inanimado . Al entrar en contacto con una forma o un sonido que no nos gusta, aparece una mente infeliz y de ahí , surge el enfado.
Estas causas se refieren al pasado, al presente o al futuro. Así, de acuerdo con estas divisiones, en el Abhidharmakosa de Vasubhandu, se presentan cuatro fuentes y doce tipos o pretextos para el enfado.
En cuanto a los resultados negativos del enfado, éstos son:
• Para uno mismo.
• Para las personas cercanas y amigos.
• Para los enemigos, la gente que no nos gusta.
En este curso seguiremos el “Bodhicaryavatara”, de Shantideva. El texto comienza mencionando las desventajas del enfado.
2. E l poder destructivo del enfado
I
“Todas estas buenas acciones:
la generosidad, la veneración a los Budas,
el bien hecho durante millares de kalpas
todo queda destruido por el odio”.
Este verso habla de la destrucción de méritos que un momento de enfado o de ira puede provocar.
Hay dos formas de reunir méritos: una, por las virtudes acumuladas gracias a la práctica de la generosidad, por la disciplina y por el comportamiento ético: y, otra, por la acumulación de sabiduría. En este caso, cuando hablamos de méritos, nos referimos a los primeros, ya que los logrados por la sabiduría no se destruyen por un momento de enfado
Para situarnos, estamos hablando del camino Mahayana, la vía superior en la que se genera la bodhichitta, que es el deseo de lograr la Iluminación para beneficio de todos los seres sintientes. Por lo tanto, al hablar de eones de pérdida de méritos, es necesario hacer una distinción entre los seres comunes y los bodhisattvas. Si, por ejemplo, una ser normal se enfada con un bodhisattva, destruye mil eones de méritos; pero si es un bodhisattva se enfada con otro del mismo nivel, la pérdida de méritos sólo es de cien eones. Esto quiere decir que tenemos que vigilar muy bien el objeto de nuestro enfado.
Hay, atendiendo a quién la practica, tres tipos de virtud:
• La virtud relacionada con la creación de méritos de un ser común.- Es la virtud lograda por un ser que ni ha logrado la liberación, ni es un bodhisattva, ni ha realizado directamente la vacuidad de existencia inherente.
• La virtud relacionada con los méritos de un ser que ha logrado la liberación del samsara, del ciclo de sufrimiento.
• La virtud generada por un bodhisattva en el camino Mahayana.- La del ser que ha logrado la realización directa de la vacuidad y que ha alcanzado la mente de la bodhichitta.
Al hablar de los “méritos destruidos por el poder del enfado”, nos referimos a los de los seres comunes y no a los del bodhisattva que ha tenido la experiencia directa de la vacuidad.En los textos, hallamos estos tres aspectos de la virtud:
• La definición. ¿Qué es.?
• Las causas: ¿Cómo surge?.
• Cómo funciona: ¿Cuál es su modo de existir.?
El poder del enfado como una no-virtud depende de varios factores:
• Del objeto hacia el que lo dirigimos.- La fuerza destructiva del enfado dependerá de hacia quien o qué se dirija, desde un objeto inanimado hasta un bodhisattva.
• De la acción en sí.- Si es un enfado muy fuerte, que no se logra controlar o que dura mucho tiempo, entonces la no-virtud aumenta.
• Del regocijo.- Si, además, nos regocijamos, no sentimos tristeza ni arrepentimiento, la no virtud tendrá mucha más fuerza.
Un ejemplo de la fuerza de la no-virtud del enfado dependiendo del objeto lo tendríamos si hubiéramos venido a escuchar enseñanzas pensando en otras cosas que podíamos estar haciendo y por esta razón nos enfadáramos. En este caso, al tomar como objeto de enfado las enseñanzas, la no-virtud tiene cierta fuerza. En los Sutras (palabras de Buda recogidas por sus discípulos) se dice: “ Yo sé quién es un objeto adecuado o no; pero, aparte de mí, nadie puede saberlo” . “Este Sutra nos advierte de que, cuando el objeto de nuestro enfado es una persona, debemos ser cuidadosos, porque carecemos de la capacidad para conocer cuándo estamos ante alguien con realizaciones o no. Solamente un Buda tiene clarividencia y puede conocerlo todo (omnisciencia) y sólo El sabe el nivel de práctica en el que se halla cada uno. Si nosotros no nos acordamos de nuestras vidas pasadas y no podemos saber nada de las futuras, ¿cómo podemos pretender saber quién es cada persona en esta misma vida?. Por eso, es muy peligroso señalar: “ Esta persona es mala, esta otra es buena, etc.” No podemos juzgar con sabiduría, así que hay que cuidarse de estos tipos de comportamiento.
A la hora de juzgar nos tenemos que basar en lo que percibimos, en las apariencias y éstas no son muy fiables. Por ejemplo, se cuenta la historia de Asanga, que, durante dos años de retiro, estuvo pidiendo que su maestro, Maitreya, se pudiera en contacto con él, sin resultado alguno; hasta que un día, al salir de su retiro, se acercó a un perro maltrecho, con gusanos en sus heridas y con compasión le curó. Este perro herido resultó ser Maitreya. Es decir, gracias a los méritos que Asanga había acumulado, pudo tomar contacto con su maestro
Este ejemplo nos sirve para comprender que las apariencias engañan y no podemos fiarnos de ellas. Nuestro problema es que, a la hora de emitir juicios, partimos de las impresiones que la ignorancia ha ido dejando en y que velan cualquier mínima expresión de sabiduría. Debido a esta ignorancia, no podemos conocer lo que se esconde tras las apariencias; y es ahí donde radica el problema, porque es en estas apariencias en lo que nos basamos a la hora de juzgar. Ye Tsong Khapa nos ofrece una analogía de nuestras apariencias: “ Es como una tierra de arenas movedizas. Aparece como un suelo sólido, pero cuando se camina sobre él, se hunde”. Igualmente ocurre con el objeto con el que nos enfadamos, parece una cosa que no es. Es muy importante, pues, vigilar el objeto de nuestro enfado. Un consejo: cuando surja el enfado por una persona, debemos verle como a un ser superior. Ya que por el momento no estamos en situación de erradicar totalmente el enfado, al menos, podremos rebajarlo. Por esto, es muy importante ver a cualquier persona como un objeto supremo; hacerlo una y otra vez con el fin de rebajar el daño que podamos hacer a los demás.
Hemos visto la fuerza del enfado, el objeto hacia el que se dirige y sus consecuencias. Ahora veremos el modo en cómo surge.
La virtud es una mente con semillas e impresiones de virtud. También existe la no-virtud, que también es una mente y que también tiene semillas e impresiones. El enfado ataca tanto a la virtud como a las semillas y a las impresiones (que constituyen un nivel más sutil). Afecta, profundamente, a estos tres niveles. Esto se afirma en los textos de Madhyamika, en los versos de Shantideva y en el Lam Rim.
Los resultados de la paciencia pueden ser manifiestos o no manifiestos.
Resultados no-manifiestos de la paciencia .- Sólo un Buda tiene capacidad para verlos, nosotros, no. Por ejemplo, llegamos a casa, hacemos las postraciones a los Budas y esta acción genera una mente virtuosa; después, nos enfadamos y esta mente se destruye. Nosotros no podemos ver cómo ocurre, no estamos capacitados para percibirlo directamente; por eso, para poder identificar estos resultados, tenemos que recurrir a la razón, a la lógica, al análisis, y a los textos basados en las enseñanzas de Buda.
Esto, en lo que se refiere a los resultados; en cuanto a las impresiones, que son más sutiles aún que las semillas, hay una historia acerca de un discípulo de Buda que, antes de serlo, andaba como un mendigo. Una noche llegó a un lugar abandonado para dormir, encendió una vela y provocó un incendio. De repente, vio reflejada en la pared la imagen de una persona sagrada. Generó gran fe y devoción e hizo oraciones diciendo: “¡ Ojalá en el futuro pueda encontrarme con un ser tan perfecto ! ”. Gracias a esta oración y devoción sincera, logró encontrarse, más tarde -como uno de sus discípulos más cercanos- con Buda Sakyamuni. Con esta historia, se demuestra que una acción virtuosa deja siempre una impresión en la mente. Por eso, es importante, cuando tenemos un altar, considerarlo, y no dejarlo de cualquier manera. Por la mañana, al levantarnos, y por la noche, antes de ir a dormir, debemos hacer los ofrecimientos y rituales, porque esta acción deja buenas impresiones en nuestra mente.
Retomando el verso de Shantideva, en él se nos advierte de los resultados negativos del enfado, aunque también se nos asegura que existen formas de mitigar sus efectos. Para ello, se nos ofrece el método que nos permitirá aminorar los daños producidos y que consistirá en reducir los objetos de enfado, poco a poco, de la misma forma en que comemos; es decir, habitualmente, todos los días de nuestra vida.
Se dice que el problema de Occidente es la falta de tiempo para sentarse, practicar y cumplir los compromisos, porque hay mucho trabajo y muchas ocupaciones. Pero, para practicar la paciencia no es necesario sentarse; podemos utilizar cada momento de nuestra vida cotidiana. La práctica habitual de la paciencia conlleva una acumulación de méritos muy poderosa. Por ejemplo, cada día tenemos un montón de cosas que hacer y muchos problemas y obstáculos a los que enfrentarnos; también debemos meditar y todo nos resulta muy difícil porque apenas tenemos tiempo. En estos momentos, es cuando debemos recurrir a la paciencia. Otro ejemplo: nos vemos obligados a mantener relaciones de trabajo, de vecindad o de amistad con los demás; aquí la paciencia se hace indispensable.
Comprobamos que la paciencia es buena en cualquier circunstancia y en cualquier momento. Con la práctica de la paciencia, evitamos la no-virtud y acumulamos méritos, gracias a los cuales, obtendremos logros en el futuro. Por lo tanto, considerando que paciencia y acumulación de méritos van unidos, debemos practicar la paciencia en cada momento de nuestra vida.
En uno de los textos del Lo Yong, “Los Ocho Versos del Adiestramiento Mental”, se dice: “El resultado de la virtud es la felicidad, y la paciencia es el mejor método para lograr virtud. Es como un tesoro” . ¡Quién no desea encontrarse con un tesoro! Hay que considerar la práctica de la paciencia como algo muy valioso, porque nos conduce en el camino del bodhisattva hacia la felicidad última. En los textos también se dice, por el contrario, que la no-virtud nos lleva hacia un futuro sufrimiento. Para no incurrir en la no-virtud, necesitamos practicar la paciencia en todo momento. En cada circunstancia negativa que haya en nuestra vida cotidiana, tenemos que recordar que la paciencia es un tesoro, gracias al cual, conseguiremos la felicidad.
La primera es aquella que debemos tener con las personas que nos dañan, que nos molestan. Si, en esta vida, sólo nos rodeamos de unos padres generosos y bondadosos con nosotros; de lamas, amigos, y gente que nos gusta y que no nos causa conflicto alguno, no se nos presentará la ocasión de practicar la paciencia, y no avanzaremos en el camino. Necesitamos objetos de enfado para poder practicar. Por ejemplo: todo es muy bonito al comienzo de una relación pero cuando empieza a deteriorarse, nuestras emociones se transforman y aparece el enfado. O con el lama: la relación es muy buena y al cabo de un tiempo, se convierte en objeto para la práctica de la paciencia. Es, en este sentido, por lo que decimos que resulta necesario e incluso indispensable, relacionarnos con personas que nos molestan.
Una vez tenemos ante nosotros el objeto que no nos gusta, antes de que el enfado aparezca, debemos aplicar el antídoto, porque, una vez se ha presentado, es muy difícil poner en práctica la paciencia para luchar contra él. Estar alertas al surgimiento del enfado hace que tengamos presentes las consecuencias de nuestra ira para con nosotros mismos, nuestros amigos, vecinos, etc, y no sólo en el momento presente, sino después, y no sólo en esta vida, sino en las siguientes. Reflexionar sobre las faltas del enfado es la práctica de la paciencia..
Resultados manifiestos .-
Hemos visto los resultados no manifiestos del enfado, ahora veremos lo más obvio: las sensaciones que experimentamos.
Cuando estamos enfadados, no somos ecuánimes y menos aún, tenemos una mente virtuosa, positiva; somos gobernados por una mente no-virtuosa, perturbada, sin control alguno, que no está en paz. Con este tipo de mente, no podemos llevar a cabo acción alguna que sea de beneficio para nosotros.
Otra desventaja: hay varios tipos de felicidad en virtud de su relación con cada una de las conciencias; por ejemplo, la felicidad relacionada con la conciencia visual, la auditiva, etc. y la felicidad conectada a la conciencia mental. Con el enfado, perdemos, además de nuestro potencial para generar virtud, la posibilidad de experimentar cualquier felicidad.
Seguimos con las desventajas obvias del enfado: Cuando estamos enfadados, aunque tengamos la más cómoda de las camas, la mejor casa y el silencio necesario, no podemos dormir; y, aún en el caso de conseguirlo, nuestro sueño no es de buena calidad; nos pasamos la noche dando vueltas y nos es imposible encontrar paz. Esto es algo que todos hemos podido experimentar alguna vez.
Cuando estamos enfadados, no controlamos nuestras palabras, hablamos fuerte y con dureza e insultamos a los demás. A veces, golpeamos la mesa, llegando incluso a dañarnos a nosotros mismos.
Otro ejemplo: estamos aquí gracias a la bondad de nuestros padres, y sin embargo, y a pesar de esta fuerte conexión, un enfado puede acabar totalmente con esta relación. Después, ni los padres, amigos o vecinos querrán acercarse. Esta es otra de las desventajas del enfado.
Enfadados, somos totalmente infelices y buscamos la felicidad por otros medios, ya sea con alcohol, drogas, etc. De esta manera, malgastamos nuestra vida y nos autodestruimos. Pero, ¿a qué se debe esto? : la fuente está en el enfado. Estos resultados negativos los podemos llegar a experimentar por nosotros mismos sin tener que acudir a los textos.
Si tenemos costumbre o una cierta tendencia al mal carácter, la gente se aleja de nosotros y se pierden, poco a poco, todas las relaciones, hasta llegar a encontrarnos solos. En esta vida es necesario y agradable tener amigos y gente que nos apoye, pero, por culpa del enfado, podemos llegar a estar solos y vivir una vida miserable. Si, por el contrario, practicamos la paciencia, no hablamos mal y ayudamos al otro, tendremos como resultado muchas y buenas relaciones y nuestra vida será entonces agradable.
Podemos concluir por hoy diciendo que está claro que una persona que está enfadada no es feliz; que no pueden coexistir el enfado y la felicidad y no hay manera alguna de que esto suceda así. El enfado es infelicidad y cuando somos presas de él, carecemos de paz mental y ecuanimidad.
Todo esto se relaciona con el pasado, el presente y el futuro. Debemos practicar la paciencia porque al hacerlo así, obtenemos resultados a corto, medio y largo plazo, en esta vida y en las siguientes. Esta es la conclusión de estas enseñanzas.
3 comentarios:
Sou brasileira (Belo Horioznte, Minas Gerais), aluna do falecido mestre Chagdud Tulku Rinpoche. Vi um texto seu no Facebook. Gostaria de entrar em contato via msn ou e-mail. Tashi delek!
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Hola Pema, gracias por sus comentarios, disculpe la demora en responderle, me consigue en meludena@hotmail.com, saludos, Namaste!
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