domingo, 17 de septiembre de 2006

PAUL FLEISCHMAN: PSIQUIATRA; MAESTRO DE MEDITACIÓN VIPASSANA

"La verdadera enseñanza se regala"

Tengo 60 años: hay Nobel de Matemáticas con 20 y Freud escribió grandes libros a los 80, la clave no es la edad sino la mente. Nací en Nueva Jersey y soy psiquiatra en Massachusetts. Casado hace 32 años: los dos meditamos y nuestro hijo ya desde antes de nacer. Si medita aprenderá a librarse de miedos, deseos e ideologías y vivir la realidad.

LLUÍS AMIGUET - 05/09/2006

- Lo primero que le debo anunciar es que no cobro.

- ¡Bravo!

- La enseñanza de una persona libre para otra debe ser gratuita y desinteresada, sólo obtengo a cambio la satisfacción de dar. Yo jamás he cobrado ni un centavo por enseñar a meditar.

- Va usted muy bien.

- La primera enseñanza es que no crea usted en nada que no haya experimentado en su persona.

- Yo creía que eso era ser un cínico y ahora resulta que soy un meditador.

- ¡No es lo mismo! El cínico no cree en nada, porque se considera por encima de todo; el meditador, igual que el científico que también soy, es escéptico. El científico dice: "En principio no te creo, pero si me demuestras que es cierto, te creeré".

- ¿Y eso es meditar?

- Eso es empezar a meditar: librarse de las ideologías, los prejuicios y las imposiciones.

- Demuéstreme que lo que dice es cierto.

- Lo demuestran miles de años de tradición y millones de meditadores en todo el mundo y ahora y aquí yo mismo. Intento librarme de la ideología y tener sólo experiencia y así empezaré a poder meditar. Después trataré poco a poco de librarme de mis deseos y mis miedos.

- ¿Cómo?

- El mundo en el que estamos inmersos es una masa amorfa y fluctuante en continua transformación.

- Hasta ahí estamos de acuerdo.

- Pese a ello, intentamos imponerle al mundo nuestros conceptos estáticos y artificiales, nuestra ideología o la que alguien nos ha imbuido. Y fracasamos. Esto nos frustra y decepciona una y otra vez. "Me gustaría conseguir esto y me gustaría librarme de lo otro...". "Quisiera que mi hijo fuera así y que mi mujer no fuera asá...". Pero el mundo sigue rodando y rodando y lo que nosotros deseemos le deja indiferente. Piense ahora conmigo un minuto...

- ¿En qué quiere que...?

- ¡Silencio! ¡Sólo piense!

-...

-...

- Ehhhhh.

- Shhhhh. Siga pensando.

-...

-...

- Cinco minutos: ¿qué ha pensado?

- Que tengo que lavar el coche para no quedar mal el sábado que voy a una boda y que estos calzoncillos me aprietan.

- ¿Lo ve? Eso no es meditar; eso es callarse y dejar que la mente se entretenga en las mil banalidades de su vida...

- Es que es la boda de un pariente del pueblo y allí son muy mirados y aparentan y...

- Vanidad, deseo de ser más y miedo, miedo al rechazo. No se ha librado usted de sus miedos ni de sus deseos.

- Ni de los parientes pesados.

- Ni, efectivamente, de las ideologías que le inculcaron en su colegio. La meditación le permitiría dejar pasar todos esos miedos y deseos y experimentar la realidad: tener la experiencia directa de las cosas más allá de la ideología que inspira nuestros deseos y causa nuestras frustraciones.

- ¿Por qué le carga tanto la ideología?

- Porque todas son meras proyecciones de nuestros egos: de nuevo el deseo y el miedo; la soberbia y el temor a morir. Lo que nos venden como ideología no son más que máscaras que encubren los viejos miedos de siempre y las eternas ambiciones.

- ¿Si medito me libro de ellas?

- Si lo hace bien, sí. Pero es un ejercicio que requiere práctica, paciencia y dedicación. La meditación no es una religión, no es una ideología; no es una secta... Si alguien le pide dinero en su nombre... ¡huya!

- Cuando me empiezan a hablar de Dios, acaban pidiéndome dinero, dice W. Allen.

- La meditación le permitirá ver el dinero como una proyección más de la ideología.

- ¿No es ésa la actitud pasiva y cobarde que ha hundido a India en la miseria?

- Ése es un prejuicio occidental. Los británicos, cuando colonizaron Burma y veían a los nativos meditando, pensaban que eran vagos, y es al revés: la meditación permite la distancia precisa de las cosas que te hace luego más eficaz en lo que haces. ¿Ve usted la tele?

- Hombre... Más de lo que quisiera.

- Todo lo que sale en la cajita es falso. Lo importante está fuera de ella; dentro de la cajita todo son invenciones al servicio del poder político; a la medida del ego y la ambición de unos pocos. Apáguela.

- ¿No ve usted las noticias?

- No por la tele. Las noticias me llegan de mi experiencia directa con las cosas y la meditación me ayuda a tomar contacto con la realidad; no me aísla, me conecta con el mundo real. La tele y las ideologías sí que me aíslan. Si usted dedicara diez días a aprender a meditar y, durante el resto de su vida, una hora cada día a meditar se daría cuenta de todas las tonterías que ocupan nuestra atención para el ego de los demás o el nuestro.

- ¿Se trata de cruzarse de brazos?

- Al contrario, se trata de cambiar el mundo sin ira, sin frustración, sin miedo. Si medita, conectará con la corriente profunda de la realidad que nos permite mejorar a los humanos y conectar con el universo.

- ¿Me puede dar algún consejito?

- No puedo fragmentar la enseñanza. Sería banalizarla y usted acabaría pensando que soy un vendedor de humo más, aunque no cobre. Pero le puedo decir que tiene un buen centro Vipassana en Santa Maria de Palautordera. Vale la pena aprender diez días y practicar la meditación el resto de tu vida.

TELEMEDITADOR
El doctor Fleischman insiste en que la televisión, aditamento del que prescinde, es el altavoz más vil de los deseos, miedos, egos e ideologías que nos impiden conectar con la esencia del universo. Me permito, humildemente, discrepar. Creo que la tele constituye hoy el gran instrumento de meditación más universal del planeta. El doctor Fleischman, ayuno de deseo y libre de todo temor, se conecta al flujo de la realidad con el poder de su mente, pero la mayoría de los mortales hincamos nuestros glúteos en el sofá para dejar que, ante la pantalla, nuestra mente se quede vacía, catatónica y fluya en fin unas horitas al día. En el fondo, la imagen que hay en la caja o lo que dice o nos dicen nos deja indiferentes mientras nos permita dejar la mente en blanco y conectar con el éter.
http://www.lavanguardia.es/premium/edicionimpresa/20060905/51282007102.html

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